Bitâcora de textos y notas varias

samedi 12 mars 2011

Una mirilla hacia la poesía de otros horizontes — el CIPM

http://www.cipmarseille.com/

En el marco imponente del Centro de la Vieja Caridad (Centre de la Vieille Charité), un antiguo hospital para leprosos construido en el siglo XVII transformado en la segunda mitad del siglo XX en centro cultural, cohabitan una escuela, un cine, un restaurante, una librería y varios museos; entre éstos últimos sobresale el de artes de África y Oceanía, cuya colección de cráneos y cabezas reducidas es única en el mundo: http://www.flickr.com/photos/villedemarseille/4681227119. En este mismo reciento se encuentra también el Centro Internacional de Poesía Marsella (Centre international de Poésie Marseille), completamente dedicado a ese género que tanta visibilidad ha ido perdiendo en las últimas décadas. Además de albergar una de las bibliotecas más importantes sobre poesía (con más de 40.000 documentos, entre libros, revistas y grabaciones), el Centro realiza varias actividades cada semana, entre las cuales se cuentan: lecturas, encuentros, debates con autores tanto francófonos como extranjeros, y exposiciones. El CIPM también recibe durante tres meses a escritores que realizan una residencia de creación en sus instalaciones, llamadas de manera simbólica “El refugio”.
Con un programa tan rico y variado, no sorprende que en sus 21 años de existencia el CIPM haya recibido a más de 2000 autores de todos los horizontes, calibres y tonos. Desde los consagrados hasta los más noveles, abriendo el espectro de difusión a todas las voces por igual, tomando como punto de partida su compromiso con la palabra. Una de las ventajas que tiene la tecnología actual, es que se puede tener acceso a los archivos a través de su sitio internet. Así, se puede ver que respecto a los “clásicos”, el Centro ha recibido voces como las de John Giorno o Bernard Noël, quienes han participado también a la memoria sonora del CIPM (se pueden escuchar algunas de las intervenciones del estadounidense —http://www.cipmarseille.com/pop_audio.php?id=592 — y del francés — http://www.cipmarseille.com/pop_audio.php?id=21, aparte de otros poemas de autores ya fallecidos pero que son leídos en su lengua original, como son Pasternak o Ajmatova). Este acervo sonoro funciona un poco como la colección Voz viva de la UNAM (http://www.literatura.unam.mx//index.php?option=com_content&task=view&id...), sólo que está abierto a todo tipo de lenguas (del armenio al japonés pasando por el árabe).
Entre los muros espesos del hospital la palabra resuena de una manera particular, en donde se da un diálogo constante -y en cada ocasión renovado- no sólo entre los “asiduos” a los eventos, sino también con todos aquellos que de cerca o de lejos consideran a la palabra un puente de sentido y de existencia profundo en su grado más condensado y asisten ocasionalmente a las distintas actividades del Centro.
Otro de los medios que tiene la institución para difundir sus actividades es el Cuaderno del refugio (Cahier du refuge) que aparece cada cinco semanas. En él se le puede seguir la pista a la vida del centro, así como a los avances de los autores en residencia, no sólo en papel, sino también en internet, donde se encuentra una buena parte de sus archivos (http://en.calameo.com/read/0000173249e4d6baf9be9). De los últimos títulos publicados con poemas de los poetas en residencias, hay dos traducidos del árabe: Suppléments au passé [Añadidos al pasado] de Ghassan Zaqtan (http://www.cipmarseille.com/publication_fiche.php?id=a5c66832cfc879bb15d...), y Pierre flotte sur l'eau [Piedra flota en el agua], Rifaat Sallam (http://www.cipmarseille.com/publication_fiche.php?id=bc28882d8c17ee4055d...).
El primero es palestino, el segundo egipcio, y cada uno maneja la lengua desde un tono cercano y distinto a la vez. Hay una cierta vibración que resuena en uno y otro poeta, aunque el tema y la forma que dan a sus poemas no sean uniformes –al contrario. Lo que en uno es “la exploración de un mundo”, en el otro es la enunciación de “la sorpresa que le produce acontecimientos específicos del mundo”. Reflexivo o filosófico, uno y otro ofrecen una voz personal, poderosa, a la que dan ganas de seguir descubriendo. Para dar una idea de su escritura, y para continuar la labor de difusión e intercambio que anima al CIPM, traduzco un poema de cada uno de ellos, a modo de invitación al viaje.


Ghassan Zaqtan


El tintineo de la llave no me pertenecía
ni el sol que llamaba desde el batiente de la ventana
ni este poco tiempo para simpatizar

Esta mañana estrecha no me pertenece
todo salpicado por encima del jardín de los vecinos
al borde de la almohada

Ni
la risa de la joven que resplandecía tras la maceta
en el viento

Seguramente una mano toma un jazmín en los alrededores

Si ella, nuestra vecina, apagara la radio, ¡escucharía
Cómo el agua se rompe en sus manos cuando lava la ropa!

Habría abierto la ventana
habría apagado las luces.


Rifaat Sallam


Piedra flota en el agua con suavidad; tiempo cruel; llegarán olvido, consolación y nubes de murciélagos; espejismo hasta el alba, la desolación camina lentamente por las calles, sube a los minbares fusil apuntando y bastón levantado, ¿qué es el tiempo? Como si yo fuera… pero soy piedra en agua extraña.

O tiempo dudoso,
rostro, máscara,
¿o flor envenenada
que seduce el corazón preocupado?

¿El pasado es pasado, que me hará señas en el país extraño, que esparcirá sal y azafrán sobre mis pasos, rosa de las arenas o hada de la montaña reordenando la memoria con la sombra del jardín?

Instante taimado

Lugar de referencia, revisar la programación del CIPM se impone como una tarea para aquellos que quieren seguirle la pista (o descubrir simplemente) a los autores a los que no tiene forzosamente acceso a través de los canales ordinarios de los medios mexicanos -y muchas veces iberoamericanos. Poemas, notas sobre libros, son las semillas de las que germinará un conocimiento menos incompleto de otros horizontes — y que tanta falta le hacen a México, encerrado en su tradición canónica incestuosa que lo lleva a repetirse, como puede leerse en tantos libros de poemas que se publican, hasta el cansancio.

Libellés : ,

Fucktory (o añoranza del teatro mexicano)

fucktory

Esto va a sonar raro para mucha gente, pero hay algo que en fechas reciente extraño de la capital: las puestas en escena. En México, cada que podía iba a los teatros del Centro Nacional de las Artes de Churubusco, del Centro Cultural Universitario, de la Capilla, del Centro Cultural Helénico, del Bosque. Ahí vi obras de Copi, Koltés o Müller, y montajes como Dedos (Bruno Bert), Volpone o el Zorro (Dir. Mauricio Jiménez), o Las musas enfermas (con Emma Dib), montadas con actores profesionales pero también con estudiantes en teatro. Tengo el vivo recuerdo de haber asistido a excelentes montajes (lo cual no quiere decir que no haya visto bodrios: me viene a la mente un Carballo decimonónico, y el año pasado [2009] un montaje de la nada fácil Ni el sol ni la muerte pueden verse cara a cara de Wadji Mouawad; curiosamente, ambas con la compañía nacional de teatro).

Aprovechando varios sistemas que existen en la capital francesa para alentar la afición de los jóvenes hacia el teatro (entradas gratuitas o a bajo precio, según la edad o la universidad en la que se está inscrito), seguí asistiendo al teatro con regularidad sin arruinarme y he visto un poco de todo, de las piezas clásicas del repertorio en la Comédie française a las creaciones de los dramaturgos o directores de vanguardia, en todo tipo de salas: desde las más grandes (como el teatro nacional de Chaillot [http://theatre-chaillot.fr] o el del Rond Point [http://www.theatredurondpoint.fr]), a unas minúsculas que se cobijan en los locales de antiguos comercios adaptados para recibir unos 50-70 espectadores (como el XXe Théâtre [http://www.vingtiemetheatre.com] o el de Nesle [http://www.galeriedenesle.com/modules/movie/scenes/home/index.php?fuseAction=theatre]).
También he tenido la oportunidad de asistir un par de veces a la gran misa del Festival de teatro de Aviñón, que es el sitio para saber cuál será la programación teatral en Francia durante el año siguiente (que comienza en septiembre, siguiendo el calendario escolar), y en donde he devorado obras a discreción en maratones de cinco obras por día.
Sin embargo, a pesar de la cantidad de obras que puedo decir que he visto, podría contar con los dedos las que han conseguido atraparme dentro de su propuesta y que no me han parecido una tomadura de pelo, una gratuidad o un desfalco innecesario.
Lo pienso sobre todo en este inicio de año (en septiembre) decepcionante (como lo calificó un periodista de Le Monde [http://www.lemonde.fr/culture/article/2010/10/21/une-famille-explosive-triomphe-au-rond-point_1429322_3246.html]), en especial después de haber visto una de los peores montajes de los que tenga memoria. El director es, aparentemente, uno de los más reconocidos a nivel europeo: Krystian Lupa [http://www.liberation.fr/theatre/01012290152-factory-2-qg-culte]. La obra en cuestión, Factory 2 es una reflexión sobre el personaje de Andy Warhol y la comuna de creadores que este permitió que se instalara en una bodega convertida en taller (la Factory). En un proyecto de largo aliento, y con la ayuda de su compañía, el polaco intentó cuestionar el personaje de Warhol y poner en evidencia sus manías, su gusto particular por la manipulación y las rarezas, dentro de un marco actual que se revela de manera crasa con el título, pues remite no sólo a la duplicación del original (Warhol y sus multiplicaciones de un original, y incluso títulos específicos: Mao II), sino al espacio del 2.0.
El problema de la obra no es todo esto, que es el proyecto de base del director, sino la forma en que los actores interactúan entre sí, y su duración. El texto que cada actor debe aprender corresponde a la mitad de lo que en realidad dice en escena, la otra mitad depende de la improvisación. Dudas, tartamudeos, repeticiones exageradas son algunas de las consecuencias de esta apuesta que pocas veces funciona. Si bien la intención es válida, al final uno no tiene la impresión de estar frente a un “momento de vida” de esos personajes, sino a malos actores a los que muchas veces parece darles hueva ponerse en la piel de ese a quien supuestamente representan. En cuanto a la duración, cabe hacer un paréntesis.
A últimas fechas, digamos, desde unos cuatro o cinco años, se han multiplicado como conejos las propuestas escénicas con duraciones maratónicas. Me viene a la mente una de las primeras, programada en el Rond Point. Esta obra, que si bien no estaba cien por ciento lograda, sí permitía el acceso al espectador a la epopeya trágica de Los Vencedores (Les Vainqueurs de Olivier Py). La primera parte de Les Vainqueurs comenzada a las 11 am, y la cuarta concluía a las 10:30 pm… Hace poco vi I demoni de XXX Peters en los Atheliers Berthier (del Odéon dirigido por… Olivier Py), que duraba cinco horas y media en la versión de 2 días (había una integral de todo el día que duraba de principio a fin 12h…).
Factory 2 sólo duraba cuatro horas cada día, ocho en total.
Con mi novia, que usaba muletas pues había sufrido un esguince unos días antes, vimos sólo la primera parte. Entera. Y eso porque ella no quiso salirse pues apenas empezaba a usar las muletas y la salida no estaba precisamente a un lado de nosotros. Pudimos excusarnos de ir a la segunda porque una amiga nos consiguió entradas para la ópera (Eugène Onéguine [http://www.operadeparis.fr/cns11/live/onp/Saison_2010_2011/Operas/spectacle.php?lang=fr&event_id=1306&CNSACTION=SELECT_EVENT])
Así, doblemente obligados a ver la totalidad de esta parte, pude comprobar que hay una cierta manía a incluir elementos que son moneda corriente en los montajes actuales. De hecho, al ver a un par de mujeres fajándose realmente (no, no era mentira, 5 minutos besándose y metiéndose mano como adolescentes), recordé lo que me comentó un amigo español que fue a visitar un día a su padre en Estrasburgo. Mientras veían una obra contemporánea, su padre le dijo por ahí de la mitad: pues mira, dentro de poco se van a desvestir y a revolcar en el piso. Marcos, mi amigo, vio a su padre incrédulo (tendría unos 20 años). Sin embargo, la sorpresa no duró tanto. Tal y como lo había predicho, los actores empezaron a desnudarse y a restregarse en el suelo… Después, su padre añadió que era una moda, que no había obra que careciera de ese recurso, y que casi era posible saber en qué minuto los actores se quedarían en pelotas.
Vi el conjunto de personajes en Factory 2 y me dije que sí, que no debían tardarse y que por lo menos uno debía cumplir con esta fatídica ley.
Al final casi de la obra, este efebo, un ser masculino feminizado, se puso exactamente en el cuadro de la cámara, y se quedó así, durante cinco minutos, viéndose ver por la gente. Sin hacer o decir nada, salvo algunos balbuceos. La acción comenzó cuando empezó a contonearse, a quitarse un negligé y el minúsculo calzón que le cubría los genitales. Siempre viéndose, viéndose ver. Esta técnica, que retoma la idea de Warhol de conseguir que la gente se “sincerara” hablando a la cámara frente a frente sin que nadie más asistiera a la escena, surte efecto y el hombre, que no había abierto la boca en toda la obra, empieza a contarnos su vida, por qué llegó a la Factory, desnudo, contoneándose… Toda la secuencia debió durar unos (eternos) 20 minutos.
Si bien la imagen muestra la fragmentación y la fijación del hombre contemporáneo en proyectarse y no ser capaz de verse sino mediante su reflexión en la pantalla (además de la pantalla enorme que se ve en la foto, había una pantalla de televisión de tamaño normal, y que planteaba con mayor acuidad cuál de las tres imágenes era la que el espectador consideraba como la verdadera), este recurso está más que trillado, y si no se usa de manera brillante (como en Kiwi, del excelente dramaturgo y director quebequense Daniel Danis) o ligera, como en este caso, cansa más que alimentar una interrogante sobre nuestra cotidianeidad sumergida por el mundo de las imágenes en el hipertexto, en el 2.0.
Esto me hace pensar en otras propuestas escénicas en donde puede haber una ligera inclusión del video, y sobre todo una exploración de los efectos sonoros en una obra, pueden ser realmente exitosas: Purgatorio, de Castelluci (con una gigantesca pantalla circular que remite a la que utilizó Pink Floyd en los conciertos de Pulse), o Les variations Darwin, montada por Jean-François Peyret. Esta obra, sin lugar a dudas una de las mejores que he visto, era eficaz, con una serie de recursos escénicos (desplazamiento de la escenografía, exploraciones sonoras creadas en colaboración con el IRCAM [http://www.ircam.fr/99.html?cycle=36], y profunda. Recuerdo perfectamente esa escena en donde un hombre le come el “cerebro” a su pareja.
La mujer sostiene con la boca una col (que vista de lejos tiene aires de un cerebro), y el hombre a su lado comienza a devorarlo a mordiscos… Una poderosa escena de violencia sutilmente disfrazada que, en la transposición, es mucho más efectiva que si el director hubiese decidido servirse de la utilería y manchar el escenario con sangre.
Curiosamente, esta obra tiene una característica principal de la que, en general, carece gran parte del teatro francés (y después de ver la obra de Lupa me atreveré a decir un cierto tipo de teatro made in europa): que cuenta una historia. No que las demás obras no la tengan, la diferencia radica en la atención que ponen en el núcleo central del espectáculo. En las obras que no dejan fuera al espectador, hay una preocupación en hacer posible que un texto sea encarnado por los actores y sea acogido por un espectador. Esto hace que las obras que vienen del exterior cautiven tanto al espectador francés. De ahí que autores como (el ya mencionado) Daniel Danis, Wouadji Mouawad, Jean-Marie Piemme, Rodrigo Garcia, Pipo Delbono o Robert Lepage, por mencionar unos cuantos, llamen tanto la atención, pues cuentan historias. Mientras los demás se complacen en mostrar que cuentan historias, haciendo que los actores muestren que estén actuando, obligando a los espectadores a mostrar que están entendiendo el (gran) mensaje de sus obras, si es que no quieren ser tildados de imbéciles o de insensibles.
La realidad es, a mi gusto, evidente: atrapados en la necesidad de un duchampismo trascendente, en el círculo vicioso de querer experimentar o poner a prueba al espectador para ver hasta donde pueden aguantar que lo traten de imbécil, sin quejarse, los directores/actores quieren ir siempre más lejos, más allá, por los mismos caminos, sin darse cuenta que se estrellan una y otra vez contra el mismo muro de lo absurdo innecesario que mata sus propuestas.
Sin poder ir a México, harto de que me tomen el pelo y de que además haya que pagarles, propongo cambiar el nombre a la obra: Fucktory 2. Así, la gente sabrá perfectamente qué hacer: irse a ver una peli de la nouvelle vague, o llevarse unos bueno jitomates podridos y disparar a discreción.

Libellés : ,

El Salón de Paris Photo

En la segunda quincena de noviembre se lleva a cabo lo que se ha convertido sin lugar a dudas en la “misa” de la foto a nivel internacional: el Salón de Paris Photo (http://www.parisphoto.fr). No sólo por el número de visitantes o el volumen de ventas, sino por la diversidad y calidad de galerías presentes. Como en cualquier salón o feria, un comité escoge entre una gran cantidad de propuestas aquellas que considera las de mayor interés por lo que proponen mostrar al público en el Carroussel du Louvre (que se encuentra en el gran complejo del museo). Además de tomar en cuenta la trayectoria, los fotógrafos y obras en concreto, el comité pone una atención especial en crear un mosaico general y representativo del mundo fotográfico. Por eso cada año abre sus puertas a galerías noveles y enfoca los reflectores en un país o región. Esto permite que el asistente pueda descubrir los fotógrafos nacientes, así como los actores principales de la difusión de la foto en partes como Medio Oriente (2009), México (2003), Japón (2006), región escandinava (2006).
La última versión estuvo dedicada a cinco países Europa central: Hungría, Polonia, República Checa, Eslovaquia y Eslovenia. Es difícil hacer un balance y proponer una síntesis de una producción tan variada y dispar como la que presentaron unas quince galerías de estos países (sin contar que en otros stands también se podían ver más obras de otros fotógrafos). Sin embargo, se podrían esbozar dos grandes líneas. La primera, es la completa modernidad de los temas y objetos fotografiados, sin referencia alguna al tiempo de la guerra fría y a la memoria socialistas.
Por ejemplo, la excelente fotógrafa Anna Fabricius, representada por la Faur Zsófi - Ráday Gallery (http://www.raday-galeria.hu/?page=muveszek&kod=6073&lang=en), recrea un mundo aparentemente normal, pero en el que perla una ironía y, en algunos casos, una violencia apenas sugerida. En esta foto (http://www.parisphoto.fr/files/photo_file_942.jpg), Eszkerte, vemos a una joven madre en plena ocupación doméstica. No hay nada que parezca salir de lo normal, hasta que el espectador asocia el color rosado de la carne en la sartén con la del bebé… Las demás fotografías de la misma serie muestran a otras madres en el hogar, cerca de sus hijos, en un gesto limítrofe entre la cotidianeidad y el acto insensato apenas sugerido (que no vemos, pero que Fabricius nos invita a imaginar con toda malicia).

Otra serie (http://www.raday-galeria.hu/?page=muveszek&kod=6073&lang=en) se dedica a poner en escena precisamente eso, la serie en la vida de la gente. Que sea en actividades festivas (como en esta foto con las “porristas”), o en situaciones de trabajo (bomberos, mucamas, policías…), la disposición e iluminación del espacio y los modelos convierten algo cotidiano e invisible en una extraña composición en donde todo parece falsamente verdadero. Falso por las posturas y la inmovilidad adoptadas, verdadero porque la gente es aquello que realizan. Gestos de complicidad y de sorpresa, eso que cualquier fotógrafo busca —o evita— en su trabajo para revelar aquello que las personas no pueden dejar de ser (sin que nadie sepa a decir verdad qué es lo que esconde esa actitud), y que permiten al espectador sentirse cercano o distante, solidario o indiferente con ellas.

La otra vertiente de las obras presentadas tiene que ver, al contrario, con la utilización transgresiva del pasado socialista de la extinta URSS y su dominio en la región. Bojan Radovič ofrece un buen ejemplo con su serie dedicada a los Íconos. En esta foto, estrellas, hoces, uniformes militares remiten a una gloria caduca y huera que yace en el piso, impotente y al mismo tiempo altanera (http://www.galerijafotografija.si/authors/med/4ba26699_001_ikona_004m.jpg). Mero soporte para los que añoran una época dictatorial porque a pesar de haber vivido bajo la amenaza constante de “tener problemas”, al menos había un orden. Ahora, frente al caos de la vida de libre mercado los estados socialistas parecen casi un paraíso.

En el Salón se puede descubrir también a otros fotógrafos/artistas que desde el interior de estos gobiernos realizaban en secreto su obra (no como Jan Saudek, por ejemplo, que siempre quiso dejar de ser obrero para dedicarse a la fotografía y que pasada cierto tiempo lo consiguió: http://www.saudek.com/en/jan/fotografie.html?r=fs), y que fueron descubiertos apenas recientemente. El caso de Miroslav Tichy sigue asombrando: considerado un incapacitado mental, Tichy vivió más de 40 años como un vagabundo, creando sus propias cámaras y utensilios fotográficos a partir de fondos de botella (para hacer lentes) y de rollos de cartón (como objetivos), entre otros elementos. Sus fotos sorprenden porque, conocido en la ciudad como un “loco”, al momento de captar a sus modelos (sobre todo poco vestidas) las mujeres pensaban que sólo estaba “jugando”. También llama la atención el poco cuidado que daba a sus tirajes (todos “envejecieron” de forma natural en su pocilga: están rasgados, arrugados, pisados, llenos de grasa…). Lo que es indudable es que su paso por grandes instituciones como el centro Georges Pompidou (que le dedicó una exposición en 2008: http://www.centrepompidou.fr/Pompidou/Manifs.nsf/AllExpositions/88EBA9B57D22E18AC125740300363253?OpenDocument—), a Tichy se ha situado en una década entre los nombres de mayor interés.

Otro fotógrafo, cuya historia es igual de particular pero más reciente, es Ion Barladenau. “Descubierto” apenas en 2007, el rumano realizó diversos trabajos, fue encarcelado durante la dictadura de Ceasescu (en quien se inspiró para realizar algunas de sus obras más ácidas, como esta imagen (http://thefilter.blogs.com/.a/6a00d83451620669e20120a8dc0f69970b-800wi) en donde vemos al hombre público con las manos ensangrentadas, fuerza de su poder, y la calavera que sugiera todas las muertes organizadas en su régimen; también se observa el contraste entre los militares, que apuntan/vigilan al espectador, al hombre común y corriente, y la pareja vestida con trajes típicos que apuntan sus armas: el rifle y la imagen —Barladenaeu— a ese que debería caer antes que cualquier otro: el Gran Carnicero rumano).
Sus obras, casi todas realizadas en forma de collages, crean escenarios en donde íconos políticos, culturales o populares revelan de manera disimulada el horror, la locura o la estupidez de las imágenes públicas a las que tenemos acceso todos los días. Por ejemplo, en esta (http://www.hartgallery.ro/pages/resize.php?img=../assets/IB10.jpg&h=300) se encuentran los restos de una botella de vodka como los monumentos, flanqueada por un par de obreros. La botella, petrificada y derruida, es el reflejo del drama de la aterrorizada mujer cubierta de sangre cuyos agresores son no sólo los obreros, sino también el militar que se pierde en el fondo. El conjunto da un tono sombrío y sangriento al collage.

Otros, en cambio, se mofan de los clichés de la vida organizada, sencilla y al mismo tiempo lúbrica de la gente. Sorpresa, interpelación activa al espectador (rompiendo un poco con esa pasividad del desnudo femenino de la que habla John Berger en su libro Ways of seing), ironía pura. http://www.parisphoto.fr/files/photo_file_1280.jpg

Esto es una muestra mínima de lo que el espectador puede ver. Sobra decir que se sale repleto de imágenes y nombres que, afortunadamente, se pueden rastrear fácilmente por internet y digerir durante un año, esperando el siguiente Salón que estará dedicado en 2011 a la fotografía africana. La cita es, de nuevo, en noviembre.